06-98 @AnunnakiBot GONZALO FERNANDEZ DE CORDOBA. EL "GRAN CAPITAN"

 GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA. EL "GRAN CAPITÁN"

¿Qué hizo el Gran Capitán?

Logró una revolución militar que hizo de él uno de los personajes más famosos de la historia de la España.

Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, el primer héroe moderno -  Centinela

 

Gonzalo Fernández de Córdoba fue un noble y militar de finales del siglo XV y principios del XVI. Recibió el apodo de “Gran Capitán” por sus éxitos militares y diplomáticos al servicio de los Reyes Católicos en la conquista de Granada y la Guerra de Nápoles. 

 

Realizó innovaciones técnicas y tácticas con las que modernizó a un ejército ágil capaz de vencer a los soldados acorazados propios de la Edad Media. 

Su nueva concepción de la infantería sembró el germen para la formación de los Tercios de Flandes, las unidades militares de élite de la monarquía española durante los siglos XVI y XVII.

De la conquista de Granada...

Gonzalo Fernández nació el 1 de septiembre de 1453 en el seno de los Aguilar, por entonces una de las casas nobiliarias más importantes de Andalucía. Fue el segundo hijo de Pedro Fernández de Aguilar y Elvira de Herrera y Enríquez. Creció sabiéndose a la sombra de su hermano mayor, Alfonso, quien heredaría el título nobiliario, las riquezas y el reconocimiento social. 

 

Como todo segundón noble de la época, debía escoger entre dos carreras posibles: la eclesiástica o la militar. Nunca sabremos hasta qué posición habría llegado entre los hombres consagrados a la fe católica, pero acabó eligiendo el camino de las armas y, aquí estamos hablando de él quinientos años después de sus hazañas.

Durante su niñez acompañó en calidad de paje al infante Alfonso en sus batallas durante la guerra de Sucesión que estalló tras la muerte del rey Enrique IV. Sin embargo, su primera gran aparición en el ámbito militar tuvo lugar con los Reyes Católicos ya en el trono. Isabel y Fernando decidieron conquistar el reino de Granada, el último reducto musulmán que permanecía en la península ibérica desde los tiempos de al Andalus.  

Gonzalo Fernández destacó con su estratega militar y ejerció un papel determinante como diplomático durante el proceso de conquista del territorio nazarí ya que hablaba el árabe

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Boabdil, rey de Granada, tuvo escasas posibilidades de resistir en aquella contienda, que acabó con victoria para la monarquía española. Debido a sus méritos, Fernando el Católico encomendó a Gonzalo Fernández la labor de negociar las condiciones de rendición con el rey nazarí en 1492.

 Quiénes fueron los Reyes Católicos?

 los Reyes Católicos decidieron enviarlo a Sicilia para vigilar el estrecho de Mesina. Por otro lado, en Nápoles la situación era complicada, ya que el rey de Francia Carlos VIII, lo había conquistado y ese reino pertenecía a la Corona de Aragón. Desde Nápoles, la hermana de Fernando el católico pidió ayuda al Gran Capitán al saber que se encontraba en Mesina.

 

 

 

El dilema del Gran Capitán era entonces si atravesar el estrecho de Mesina dejando Sicilia para desembarcar en Calabria o no. Era peligroso porque los franceses podrían tomar esto como una ofensiva, pero contra todo pronóstico luchó y recuperó Nápoles. Justo después de esto, en 1499, consiguió recuperar Ostia -a petición del Papa- en una rápida maniobra admirada en toda Europa. Por ello, el Papa Alejandro VI le obsequió con la Rosa de Oro, la máxima condecoración pontificia.

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Tiempo después, antes de comenzar el nuevo siglo, los turcos otomanos atacaron plazas venecianas en el Mar Adriático. Para detenerles en la Isla de Cefalonia se hizo una alianza internacional. Los ejércitos y la armada aliados necesitaban un jefe, el cual fue el Gran Capitán a petición del Duque de Venecia y del Papa. La campaña de Cefalonia fue otro de los grandes logros militares de Gonzalo Fernández de Córdoba.

 

…a la conquista de Nápoles

La conquista de Granada le sirvió como campo de pruebas, donde gestó su genio militar, pero lo consolidó y desarrolló en Italia. El reino de Nápoles estaba gobernado desde mediados de siglo por una dinastía vasalla de la Corona de Aragón, que puso gran interés en el control del Mediterráneo occidental. Fernando el Católico vio peligrar su espacio estratégico en suelo italiano cuando Carlos VIII de Francia atravesó los Alpes con su ejército con el objetivo de adueñarse del reino napolitano.

 Carlos «el Cabezudo», el rey francés que murió de un golpe en la cabeza en  los albores del Imperio español

 

 En 1495, el rey de Aragón envió al hombre del momento, Gonzalo Fernández de Córdoba, al mando de un ejército que impidiera los objetivos del rey de Francia. Los integrantes del ejército español venían en su mayoría de las contiendas para conquistar Granada y la realidad era que pocos consideraban que estos hombres tuviesen alguna oportunidad contra la poderosa y numerosa gendarmerie francesa que se desplazó hasta Italia.

Pero Gonzalo Fernández de Córdoba desplegó toda su astucia y experiencia en la guerra de asedios y defensa de fuertes, hizo uso de la guerra de guerrillas y de hasta espías e informadores para adaptar su estrategia militar al terreno y circunstancias según el conocimiento que procuraba adquirir antes de las batallas. No solo logró defender los enclaves señalados por su rey, sino que Gonzalo Fernández fue capaz de conquistar emplazamientos para la causa aragonesa. 

Fue tras estas muestras de su talento cuando recibió el apodo por el que sería recordado hasta nuestros días: el Gran Capitán.

El Gran Capitán, recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola. Federico de Madrazo y Kuntz

El Gran Capitán, recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola de Federico de Madrazo y

Una revolución militar

Su rotundo éxito en Italia le valieron para gobernar como virrey de Nápoles durante cuatro años. Entre sus aportaciones al arte militar estuvo el desarrollo de una guerra de desgaste contra los enemigos franceses, a priori superiores. Y, sobre todo, basó todo su potencial en una infantería ágil capaz de salir ilesa de las primeras cargas de la caballería pesada que, tras estas embestidas, perdían mucha capacidad de movimiento, ventaja que explotaba al máximo el ejército del Gran Capitán.

“Fue iniciador de una nueva forma de entender la guerra de asedio y desgaste, la retirada, no como salida deshonrosa y señal de cobardía en el campo de batallas, sino como recurso estratégico para obtenerla victoria; el papel de la infantería, la relación entre este cuerpo y el de caballería; el orden de la guerra, la reorganización y reestructuración del escuadrón de piqueros y arcabuceros como unidad de combate fundamental del ejército; la instrucción y adiestramiento de la tropa, amén de la importancia de factores como el régimen disciplinario y el tratamiento de la moral de los soldados antes y después de la batalla”. 

 

 

 

Gonzalo Fernández de Córdoba falleció a los 62 años en Granada , aislado en lo político y en lo militar, a causa de un brote de fiebres cuartanas, una enfermedad que había contraído durante las guerras en Italia contra los franceses . Semanas después de su muerte llegaron decenas de cartas de condolencia a su familia, entre ellas la del Rey Fernando, que invocaba su vieja amistad y trataba de disimular con palabras gruesas el hecho de que había incumplido todas sus promesas de recompensa, una detrás de otra; y la del joven Carlos de Gante , quien había oído desde niño la historia de su odisea italiana.

El héroe apodado como Gran Capitán se convirtió en un mito viviente tras vencer a los franceses en dos sucesivas guerras en Nápoles y firmar victorias tan brillantes como la de Ceriñola o Garellano. Castellanos e italianos unieron fuerzas en ensalzar su figura y presentarle, en el caso de los segundos, como el defensor de Italia frente a los «bárbaros» franceses. Los propios galos reconocieron el estilo cortés de hacer la guerra del cordobés y su Rey no dudó incluso en elogiar su talento públicamente.

En junio de 1507, el Rey francés organizó un banquete al que invitó a Fernando el Católico, a Germana de Foix y a Fernández de Córdoba, donde se sinceró como un admirador del hombre que había vencido a sus ejércitos. «Mande Vuestra Señoría al Gran Capitán que se siente aquí; que quien a reyes vence con reyes merece sentarse y él es tan honrado como cualquier Rey», afirmó el Rey Luis XII al invitar al militar.

Ni siquiera quedó un retrato o recuerdo visual de cómo era físicamente, aparte de que hubo que esperar cuatrocientos años para que le dedicaran un monumento

 

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