UN CANARIO EN LA RUSIA DE LOS ZARES (Memoria Histórica)
Sobre el río Malaya Nevka se extiende un puente que conecta las islas Aptekarsky y Kamenny. Sus arcos le dan cierto carácter romántico al paisaje de San Petersburgo.
Es una de las cientos de obras de gran envergadura que el ingeniero Don Agustín de Betancourt y Molinas (Tenerife, 1758–San Petersburgo, 1824) proyectó por todo el imperio ruso durante sus 16 años de servicios para el zar Alejandro I, quien lo nombraría mariscal del Ejército ruso.
Agustín de Betancourt, para muchos el ‘Da Vinci’ de la ingeniería, fue designado inspector del Cuerpo de Ingenieros de Comunicaciones de San Petersburgo, y general en el departamento de Vías de Comunicación, la mayor maquinaria de ingeniería del imperio, creada para ejecutar “misiones especiales de su majestad". Estos cargos le permitieron transformar la Rusia de los zares, convirtiéndose así en uno de los ingenieros más prestigiosos de Europa.
Quien visite San Petersburgo se sorprenderá al descubrir que el tren rápido ‘Smena’ que circula entre Moscú y San Petersburgo se llama como el ingeniero civil y militar canario, que uno de los canales lleva su nombre, que su figura cuenta con un busto en el recinto de la Universidad de Ingeniería de Ferrocarriles de San Petersburgo, que él mismo fundó y de la que fue su primer rector, o que, en 2008, Rusia emitió en un precioso sello postal con su rostro, conmemorando así los 250 años de su nacimiento.
Incluso las inscripciones de la hermosa Catedral de San Isaac están escritas en ruso y en español.
La explicación se encuentra en el encargo que el zar Alejandro I hizo a Agustín de Betancourt sobre los aspectos técnicos de la reconstrucción de la más suntuosa y grandiosa de las iglesias de la ciudad y uno de los monumentos neoclásicos más interesantes de la arquitectura rusa del siglo XIX. Los guías turísticos suelen explicar los ingeniosos mecanismos elevadores de las columnas (de una pieza) y andamios diseñados por un ingeniero español.
No hace mucho, una nota de prensa llegaba a las redacciones de los periódicos españoles. Las autoridades de San Petersburgo anunciaban su decisión de llamar Betancourt al puente sobre un afluente del río Neva que unirá las islas de Petrovski, Serni y Dekabristov.
Una idea del rector de la Universidad Estatal de Ingenieros de Caminos de San Petersburgo, que el científico canario fundó en 1809. Pero, ¿quién fue este prestigioso científico nacido en Tenerife al que 200 años después de su muerte, Rusia sigue rindiendo honores?
Primer vuelo español en globo
Agustín de Betancourt nació en el seno de una familia de ideas liberales e ilustradas de la nobleza local del Puerto de la Orotava (Tenerife). Sus padres eran exportadores textiles –la seda constituía una industria al alza en las islas, aunque su historia resultara efímera–, y el pequeño Agustín inventaría junto a su hermana María una máquina para el hilado de la seda. Dado el enorme interés del joven en las maquinarias, su padre, teniente coronel de Infantería, lo envía a estudiar a los Reales Estudios de San Isidro (Madrid), donde se forma como ingeniero.
Poco después de acabar sus estudios el joven comienza a realizar trabajos para el Estado
Los especialistas en historia aeronáutica Ángel Pérez Heras y Carlos Lázaro, señalan en La Aerostación en España (1995) que el primer vuelo español en globo aerostático “de tafetán barnizado” fue en noviembre de 1783, ante la Corte Real, bajo la dirección de Agustín de Betancourt y Molinas.
Como premio, el joven recibe una beca para estudiar Química y Geología, luego amplía sus conocimientos en Metalurgia y Física en la Escuela Nacional de Puentes y Carreteras de París, así como Geometría y Arquitectura subterránea, y más adelante Hidráulica y Mecánica, en una fecha en la que Agustín ya había ascendido, en una carrera militar paralela, a teniente del regimiento de milicias de La Orotava.
Sus viajes a París y Londres (comisionado por el Gobierno español) se vuelven constantes. Permanece en ambas ciudades largos meses observando, entre la investigación científica y el espionaje industrial.
La telegrafía
En 1792 se inaugura un Gabinete de Máquinas en Madrid, del que fue nombrado director, y donde publicó el primer Catálogo de modelos, planos y manuscritos, que incluía 270 máquinas, 358 planos y más de 100 memorias con 92 gráficos, todos los cuales había recogido o diseñado durante sus estancias en Francia o Inglaterra, entre ellas La máquina eólica para desaguar terrenos pantanosos (diseñada en 1789), el Termómetro metálico (que inventó con Breguet), una Prensa Hidráulica para uso Industrial (que patentó junto con Perier), o su Memoria sobre la Purificación del carbón piedra, entre muchos otros.
En 1797 fue nombrado inspector general de Puertos y Caminos y se le encomienda la instalación de la primera línea española de telegrafía óptica entre Madrid y Cádiz. Aún no existía la corriente eléctrica, la botella de Leyden era el único dispositivo para almacenar energía eléctrica, Alessandro Volta no había descubierto la pila eléctrica y quedaban 40 años para que Samuel Morse inventara un sistema de telegrafía.
Durante una de sus estancias en Inglaterra, Betancourt había tenido la oportunidad de observar el telégrafo óptico de una línea entre Londres y Deal, pero él presenta el prototipo y los planos de un telégrafo eléctrico en el que venía trabajando desde 1787, y cuyo papel sería fundamental en el desarrollo de la telegrafía.
Utilizó una línea digital (con 8 alambres de señal y uno para el retorno), pero dadas las dificultades que existían en aquel tiempo, optó por una solución más segura: la telegrafía óptica que, finalmente queda restringido a la línea Madrid–Aranjuez por falta de fondos.
En 1802, las compuertas de madera del Pantano de Puentes (Lorca) cedieron por el ímpetu de las aguas represadas y arrasaron casi por completo el barrio de San Cristóbal de Lorca, dejando a su paso más de 600 muertos en la mayor tragedia hídrica de la historia de España. Los responsables de la obra no habían hecho caso a los informes negativos de algunos arquitectos e ingenieros que advirtieron del peligro que conllevaba construir un pantano en una zona arenosa.
Tras este dramático suceso, Betancourt consigue que se cree la primera Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos de España para formar especialistas en ingeniería civil, redactó su plan de estudios y asumió la dirección hasta 1807. También fue nombrado inspector del Cuerpo de Ingenieros Ferroviarios, y se le encargó la organización de un cuerpo de ingenieros ferroviarios.
Ese año el científico tinerfeño se traslada a París, donde presenta en la Academia de Ciencias la memoria Nuevo sistema de navegación interior, el proyecto de esclusa de émbolo-buzo aplicable a los canales de poca navegación (que había inventado en 1801),
https://www.youtube.com/watch?v=JX5p0duFG7Q
También la obra Ensayo sobre la composición de las máquinas que había estado escribiendo desde 1803 junto con el ingeniero José Lanz (primera edición francesa de 1808, e inglesa en 1820) convirtiéndose en un libro de texto de gran difusión en toda Europa.
Revoluciona Rusia
Tanto sus patentes como obras publicadas sorprendieron al zar ruso Alejandro I que, a través del ministro Rumiánstsev, invita a Betancourt a visitar Rusia y recorrer sus principales industrias y las vías de comunicación del imperio.
La Academia de Ciencias de Francia le había escrito una carta al zar que decía “no existe en el mundo otro sabio con mayor capacidad que Betancourt para que le organice su vasto Imperio”. Poco tardó el zar en pedirle que se quedara en su corte.
En España , estalla el Motín de Aranjuez y la guerra de la Independencia española que enfrentó a las potencias aliadas de España contra el primer imperio francés, huyendo de Napoleón, el ingeniero decide establecerse en Rusia con su mujer y sus tres hijas.
El zar le pidió que dirigiera un inmenso plan de obras en el imperio. Sólo al contemplar las más de 40 islas y 60 ríos de la ciudad de San Petersburgo, Betancourt entendió que le esperaba un enorme trabajo por delante.
La historia de esta ciudad puerto en el mar Báltico está unida a la de sus canales y puentes, no sólo en la estructura y trazado urbano, sino que además conforman una parte significativa del patrimonio histórico artístico de la misma, en la que el ingeniero canario trabajó durante 16 años.
Nada más llegar a la antigua capital imperial ejecuta la limpieza del Puerto de Kronstadt (una pequeña isla fortificada en el golfo de Finlandia) con una potente draga de vapor (una draga de rosario acoplada a una máquina de vapor con dos pistones), la primera instalada en barcos fluviales en Rusia, que el Ministerio de la Marina de Guerra financia, y que el ingeniero había presentado en París en 1789
El científico y militar español se convierte en precursor de muchas obras civiles y militares. Sólo en obras públicas proyecta una inmensa red de canales como arterias de comunicación de aquel vastísimo imperio, ejecuta el abastecimiento de aguas a distintas poblaciones rusas a orillas del Volga, entre ellas Nizhni Nóvgorod (una de las ciudades más poblada del país), el proyecto de trasvase de agua potable a Kazán, impulsa la navegación a vapor, la construcción y reparaciones de esclusas, vías de navegación interior, entre otras infraestructuras, construcción de puentes y caminos acueductos y ferrocarriles, los caminos del sur del Cáucaso, con lo que organizó todo el sistema de transporte del imperio ruso.
El zar le encomienda además el Proyecto del Obvodny, el más largo del canal en San Petersburgo, que hacía de frontera de la ciudad con los suburbios en la otra orilla, que no es solo una instalación hidrotécnica de calidad de vanguardia para su época y una importante vía fluvial entre el puerto y la parte alta de Neva, sino parte de la imagen artística de la ciudad, tan importante para la cultura como Nevsky Prospekt; también construye el puente que avanzará sobre la inmensa anchura del río Neva desde la orilla arenosa del río Izhora y el Slavyanka.
En 1809 Agustín de Betancourt funda la Universidad de Ingenieros de Caminos y Canales de la Rusia zarista, donde trabajó durante dieciséis años formando ingenieros. En ese año es ascendido a teniente general del Ejército ruso y designado Inspector del Instituto del Cuerpo de Ingenieros. En 1816 se crea en San Petersburgo el Comité de Construcciones y Obras Hidráulicas, al frente del cual se puso al científico canario, para la urbanización y el ornato de la ciudad, la mejora del trazado de las calles y la urbanización de los suburbios.
El zar le pide que coordine la reconstrucción urbana de prácticamente todo el imperio, una tarea en la que participó proyectando y dirigiendo infinidad de proyectos. Como arquitecto supervisó los planos urbanísticos y la construcción no sólo de la capital imperial, sino entre otras ciudades de puerto rusas como Kronstadt, o Nizhny Novgorod, el principal recinto comercial del siglo XIX, siendo el planeamiento urbanístico de la Feria de Macarief, que comprende miles de edificios y está levantada en la confluencia de los ríos Volga y Oká, la obra más importante de Betancourt en Rusia.
Con el objetivo de combatir las falsificaciones de dinero de los franceses durante la ocupación, construyó la Fábrica de Papel Moneda (Goznak) que imprimió los primeros rublos de calidad, con lo que en 1820 se procedió al cambio total de los billetes que circulaban en Rusia. Se le encomendó también la reforma de la Planta de Armas de Tula (la primera fábrica de armamento en Rusia), así como de la Fábrica de Cañones de Kazán, en la ciudad que fue un importante centro de estudios orientales en Rusia.
Su legado incluye el Manezh de Moscú, uno de los edificios más interesantes de la ciudad histórica, situado entre la antigua Universidad y el Jardín de Aleksandr, cerca de la Plaza Roja. Se trata de un edificio neoclásico con un techo de madera, sin columnas de soporte y vigas sabiamente distribuidas que garantizaba una anchura de 45 metros libre de obstáculos para los ejercicios ecuestres y permitía un reparto de peso hacia las paredes laterales, sin que el techo se hundiera, aunque estuviese cubierto de nieve, lo que fue una proeza técnica en aquellos momentos.
También le encargó la Columna de Alejandro I, en el Palacio de Invierno junto al Museo del Hermitage. Una columna de granito rojo de 47,5 metros de altura (la más alta de su tipo en el mundo) que pesa alrededor de 600 toneladas, y se encuentra tan bien asentada que no necesita estar unida a su base. La construcción de los cimientos y los andamiajes, así como la técnica del levantamiento y colocación sobre el pedestal fue ideada por el ingeniero canario.
A los 66 años, agotado, solicita el retiro al zar, que le concedió una lujosa pensión. Agustín de Betancourt muere en San Petersburgo, en 1824, año en que se inicia la instalación de su sistema de telegrafía óptica con transmisión binaria (muy superior al de su coetáneo Claude Chappe), capaz de enviar 1024 códigos diferentes (letras, cifras, signos, palabras de control y palabras y frases habituales), el antecesor mecánico de los modernos sistemas de comunicaciones digitales.
Murió rodeado de obras de arte que había adquirido a lo largo de su vida, entre ellas dos Murillos que se hizo traer de España.
Los restos mortales del ‘Da Vinci’ de la ingeniería descansan junto a los más célebres ciudadanos rusos, en el Cementerio Museo de Lazarevskoe, ubicado en el Monasterio de San Alejandro Nevsky, en San Petersburgo, como uno de los pocos extranjeros que forman parte del panteón de celebridades nacionales en Rusia.